De las que viven para dar vida.
A ella le falta vida para tantas ganas.
De esas solo hay una.
Y es que nunca un sí había sido un sí,
nunca un no, no había existido.
Y todo lo que dicen que no hace femenina a una mujer,
hace que le quede excesivamente sexy.
Porque ella es así, y así ve la vida.
Sin reparos, y sin mirar más allá de su propio juicio.
¿Pero enserio tiene juicio? Justicia hace.
Cuando me condena a cadera perpetua.
Si hay algo a lo que no se le puede superar es a ser un desastre.
Un desastre imposible de ordenar. Por eso todo se ordena al conocerla a ella.
Ella es de esas que no piensa.
De las que no tienen problemas suficientemente grandes para llamarse problemas.
Que el mundo no se le acaba por no maquillarse un día.
Que tiene asimilado que no tiene pecas. Son virutas de chocolate.
Que tiene la mirada más arriba de la pantalla de un móvil.
Que prefiere hacer recuerdos en vez de fotos.
Y si no hace sol, se lo inventa. Nada le va impedir correr en tanga por toda la casa.
Nunca se le acaba el tema de conversación.
Que si quieres callarla, tiene que ser sin dejar de usar la boca.
Aunque ni por esas. Que cuando besa es cuando mas dice.
De las que te enseña a vivir con oxígeno, y no con lecciones.
Ella no tiene miedo a enamorarse. No tiene miedo a nada.
Solo a los asesinos que se esconden en el armario.
Pero, ¿que tiene de malo acabar el día con una revisión de armarios ?
De las que se van de running solo por la cervecita de después.
Que se le salen las caderas si le ponen reaggeton.
De las de los taconazos y vestidos ajustados,
y de las de sudadera y zapatillas.
Que disfruta de los pequeños placeres.
Sólo ella es capaz de enseñarte a conjugar el verbo volar.
Porque convierte las pequeñas cosas en grandes locuras.
Viajar, no parar de viajar. Con ella y por ella. Porque ella es el viaje.
Yo solo puedo escribirle cuatro líneas seguidas pensando en ella.
Porque la cabeza se me va a buscarla.
Pero ella sabe de sobra,
que son suyas todas las canciones del mundo que hablen de mujeres bonitas.
