Ella siempre quiso poder tocar las estrellas.
Por eso siempre bailaba hasta que se hacía de noche.
Él siempre quiso poder tener la luna.
Por eso siempre miraba su reflejo en el mar cuando anochecía.
Nunca le interesó el reflejo de las estrellas, había demasiadas.
Solo buscaba el reflejo de la luna.
Luna solo hay una.
Pero un día, ella también miró al mar.
Ese día, él comprendió que la luna podía brillar con las estrellas.
Porque ya solo quería tenerla a ella.
Fue justo en el momento en el que se miraron,
Cuando decidieron que anochecerían siempre juntos.
Pero fue cuando comenzaron a brillar dos estrellas más a su lado,
Cuando se dieron cuenta de que el cielo se les había quedado pequeño.
Y es que en esta vida,
Los cuentos que comienzan felices,
Siempre acaban con un final feliz…
Pero aún no estamos ni en la mitad de la historia.
Alexis y Lydia
08/07/2017