Y es que lo miro poco, la verdad.
El tiempo no es algo que me preocupe.
Pero siempre que lo miro, y me encuentro contigo, dejamos a febrero con las ganas de tener 29 días.
Y eso es muy cruel.
Casi tan cruel cómo encontrarme contigo. Siempre me engañas y crees que no me voy a dar cuenta de que pones canela en la ginebra.
Y lo que es peor, piensas que no me voy a dar cuenta, de que te has puesto azúcar en los labios.
Y lo que es aún peor, pienso que yo tampoco me voy a dar cuenta.
Hasta que te muerdo el labio.
Y me pregunto por qué no había empezado antes.
Pero esque cuando empiezan a volar las golondrinas, es como si el tiempo se parase, cogiera carrerilla, y viniera febrero con 29 días.
Y a mí ya no me queda otro sitio en el que esconderme que no seas tú.
Y no te creas que no he pensado en saltarme al patio de la casa de al lado, para intentar esconderme de ti.
Pero es que tú ahí ya te sabes todos los escondites.
Por suerte para mí.
Porque al final, siempre me falta un día en el calendario.
