y ves el mundo entero delante tuya,
y sin esperartelo, te caes.
Así llegaste tú, sin esperarmelo.
Para devolverme al precipicio y no dejarme ver el mundo,
para enseñarme el mundo.
Aquel día marcaste mi línea de Finisterre.
Me dejaste claro que la tierra acababa contigo, y que empezaba el precipicio.
Y que tu me empujarías no para caerme, si no para volar.
Desde entonces solo sueño con volver, con poder volver.
Volver a todos aquellos lugares donde he amado la vida,
para vivirla de nuevo contigo.
Que volvería a nacer mil veces más solo para volver a darte el primer beso,
pero tendría que morir otras mil antes de darte el último.
Y sé que cuando cambian las reglas,
cuando el deseo amordaza a la lógica,
sólo tengo que seguir el camino que me dejas de lunares,
y allí estaré otra vez en Finisterre. Y tú esperándome para empujarme.
Te miro.
Me miras.
Y ya nos hemos contado mil historias.
Nunca había conocido unos ojos que hablaran tanto.
Que no me importaría pasarme la vida a un beso de volver a cometerte,
para que nunca me sobren besos que darte. Siempre me faltan.
Hoy hace un año que empezaste a sacarme sonrisas que no sabía que tenía,
sólo sé que el sitio de donde las sacas no para de rebosar,
para dejarte claro que no dejes de hacerlo.
Ahora y siempre, nos vemos en Finisterre.